lunes, 16 de julio de 2012

Preámbulo


Mi chula, no viene a visitarla porque ando ocupado, como ya sabe, ayudo a mis compadritos con su revolución. ¡Bartolo!, ¿a poco piensan desempolvar los cañones…?; ya sé, no me diga, a sus compadres apenas les quedan pistolitas… 

Con respeto, Bartolina, el que usted traiga el fusil y las carrilleras bien fajadas sobre esas formas tan femeninas, no desmerece las armas que puedan portar mis compadritos. Pues como lo veo, mi apreciado Bartolo, si se les disparan en lugares inapropiados, no necesitaremos regresar al infierno para saber de qué se tratará su mentada revolución. 


Por qué tan pesimista mi chatita linda, queremos entretenernos un poquito y ver si mejoramos de una buena vez este purgatorio tan olvidado por diosito y sus encargados, al fin que ya estamos todos en la olla y poco perdemos si nos arriesgamos. Bartolo, corrija: estamos en la caja los más favorecidos y otros en fosas clandestinas, pero aún así conservamos la dignidad y la paz, yo no quiero otra revolución aunque sea para pasar el rato. ¿Se imagina? Más bien: ¿se acuerda? Me niego a que mis huesitos terminen  otra vez entre los colmillos de algún perro por andar de revoltosos y aventados; bastante les costó a mis hermanitos andarlos recogiendo por entre las piedras del río. ¡Mejor se organizan usted y sus compadres y trabajan de verdad! 


En eso estamos, chata, en eso estamos; verá, pues, nos dimos cuenta que no podemos seguir acalambrados como si el cielo no fuera también para nosotros. Entienda, morenita, queremos evitar que nos lleve el patas de cabra, por no decir el cabrón que mete las patas... A ver, Bartolo, ¿ya se le olvidaron los muertos de la Revolución? ¿Van a encender infiernitos en el purgatorio? Nosotros no, Bartolina, por eso se va a organizar una votación muy bien vigilada. ¿Y usted aún cree en eso? Pues, sí, Bartolina; ya verá mi chula, si ganamos, el campo se va a vestir de maíz, de trigo, de sorgo, de verduras, de ríos limpios, de frutales… ¡Y comeremos bien y pasearemos y viviremos en casitas con techo de tejas, y… ¡Bartolo! Sí, mi corazón. ¡Deje de jugar con los botones de mi blusa y despierte! En eso estamos, Bartolina, mis compadres y yo estamos abriendo los ojos y los oídos... Pues “eso” que ya también se despertó y hasta se estiró, me lo pone otra vez a dormir, porque mis virtudes valen más que su revolución. 




No hay comentarios: