lunes, 28 de octubre de 2013

Letras de Aguaviento de María Eugenia Bear Sanz: Día de muertos

Letras de Aguaviento de María Eugenia Bear Sanz: Día de muertos

Día de muertos


Diego Rivera
Sueño de una tarde dominical en la alameda 
Nos apropiamos del día de muertos. Cada cultura lo intenta. Pero el evocarlos y los diversos ritos que acompañan esas memorias se encuentran prácticamente en todo el planeta. Unos visten ese día con colorido, otros con luces, otros con cantos y pocos con luto. Pero todos intentan mantenerlos con vida a través de los recuerdos.
En México se ha convertido en una festividad, así lo demostramos porque pensamos que nuestros seres queridos se encuentran ya en un mundo mejor, y regresan por unas horas a recordar quiénes fueron durante el tiempo que permanecieron con nosotros.

Cada cultura se enriquece con aquellas con las que mantiene relación. En nuestro país incorporamos ya el jalowin, me tomo la libertad de castellanizar a mi antojo la palabra, puesto que anidó ya en nuestras costumbres. Los niños y los adultos se disfrazan de brujas, aparecidos, calabazas y calaveritas. Las calacas de amaranto o dulce y las flores de cempazuchitl se entrelazan con los espantapájaros y las brujas. El color naranja tiene aroma a fiesta.
Eso somos en el presente y nada es mejor que el presente, porque en él vivimos.

A medida que pasa el tiempo se incorporan nuevos elementos y pensamientos acerca del significado de la vida y los misterios de la muerte.
Mientras no me toque, me enfríe, me transforme y me lleve, continuaré frente a la hoja en blanco de mi ordenador, escribiendo acerca del mismo tema que ha ocupado a la humanidad desde que logró picar piedra, esculpir madera y arar la tierra: Eros y Thanatos. Continuaré agradecida a las enseñanzas del patriarca que recién partió.
Así termino hoy, con calaveritas literarias, con fotografías, preparativos y la esperanza de que hoy por la noche no toque a mi puerta la flaca, por habérmele enfrentado aquella tarde de septiembre… 
Foto: Gob. de Aguascalientes

                      



                      Muy quietecita la Cartina estaba
                       muy relamida y acicalada,
                       frente a ella pasé sin miedo
                       y…
                       chocó los dientes mientras exclamaba
                       “a esta escritora aún no le tocaba”








 J.G. Posadas
                                         A Bosque de Águilas llegó, arrastrando los huesitos
                                         bajo el ahuehuete se cobijó, maquillándose los ojitos.
                                         A Rafael no lo engaña, ni aunque le susurre canciones
                                         las canas no son de gratis, ni tampoco las meditaciones.
                                         Mucho tendrá que esperar, esperemos que para siempre
                                         porque las águilas vuelan alto más allá del oriente o el poniente.


Hay que ver cómo la flaca se me arrima y se me arrima
pero todavía no es tiempo de que sea mía,
aún me gustan las gorditas, repelonas y parlanchinas
mucho tiempo tendré luego para huesudas, pelonas y entremetidas

Dedicada a Los muertos de mi vida, los que llevo en el corazón, viven a través de mi sangre.