jueves, 22 de enero de 2015

El diapasón perdido



Ati Quigua inspira, o quizás sea más exacto decir que en el momento en el que Ati Quigua toma la palabra, nos despierta del sueño cotidiano en el que transitamos entre nubes de smog y paisajes de cemento. 

Imaginé el camino que le llevó hasta el Complejo Cultural Universitario, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, desde la aldea de techos de carrizo en la Sierra Nevada de Santa Martha, en Colombia. 
Una mujer con vestido blanco de bordados multicolores en el cuello. De pelo largo, negro y sedoso. De expresión bondadosa. Desde su nacimiento fue preparada por su abuela al pie de las montañas, porque sería la portadora de la palabra que se ahoga ante el avasallador sonido de la llamada "civilización". 


La UNESCO declaró la Sierra Nevada de Santa Martha como una reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad. La red de ecosistemas albergan innumerables formas de vida y la sierra es hogar de varias comunidades indígenas, cuyas costumbres y cosmovisión no han sido estudiadas a fondo, ni comprendidas. Los kogui, arhuacos, wiwas y kankumanos luchan por sobrevivir cuando la lógica señalaría lo contrario, puesto que debían ser protegidos en su tarea de cuidar de la Madre Tierra, de la Pachamama, de Gaia.
Entre su gente, las mujeres no sostienen la mirada. En su nación Arhuaca las mujeres cuidan las semillas, el huerto. Atienden a los hijos y los educan como guardianes de la naturaleza. 

Ati Quigua lleva un mensaje al mundo. El tema es antiguo, preocupante y recurrente. El ser humano ha olvidado que es parte de la naturaleza. El hombre se ha convertido en el peor enemigo del hombre. El hombre se apresura a destruir su hogar. Como parte de la solución está el desarrollar una consciencia planetaria, llevar la bioalfabetización (aprender de la naturaleza) a la educación, defender el derecho a la vida de los diferentes reinos: mineral, vegetal, animal.

Reeducar a la gente bajo los principios ecológicos me produce el efecto de imaginarme sentada frente a una desafinada y desatinada filarmónica. Pero el absurdo es real, la humanidad desafina, ha perdido el diapasón, o la brújula, que sería otra manera de entenderlo.


bosquedeaguilas.blogspot.com

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