domingo, 11 de enero de 2015

Lecciones para volar, para una bruja moderna

Hoy llegó a mis manos un libro llamado: Lecciones para volar, para una bruja moderna, de Lilyán de la Vega, editada por Vergara editores.
Una edición elegante, con tipografía del tamaño ideal para quienes gozamos de vista experimentada (cansada) y el papel en ese tono blanco roto, maravilloso, que hace de la lectura un momento placentero. El gráfico de la portada ilustra el título. Al abrirlo se encuentra la fotografía de la autora, pero ese comentario lo dejaré al final.
Desde hace un tiempo dejé de leer temas de superación personal y autoayuda; no externo las razones porque sería un tema largo, polémico y tedioso. Con la sonrisa en los labios, Lilyán lo dedicó al equipo de Psicología Creativa durante la sobremesa del desayuno. Lo recibí agradecida puesto que valoro con respeto y admiración, a todos los escritores, sin importar el género o el estilo. Sin embargo, y lo confieso, pensé: ¡Otro refrito del amor en caldo de pollo, o cambia tu vida en cinco minutos, o los hombres y mujeres en planetas distintos! Mientras continuaba la plática entre los comensales inicié la lectura. Una luz, hace tiempo apagada, comenzó a titilar entre mis neuronas y luego en el corazón.
Les comparto lo que la autora me contó y dejaré que ustedes descubran el tesoro contenido en las 228 páginas.
La madre de Lilyán vivía en un lugar similar al mío, es decir, en el bosque. La casa era pequeña y se encontraba rodeada de vegetación. En una de las frecuentes visitas de Lilyán, su pequeña hija, de 3 años, le preguntó a la abuela si era una bruja, porque había visto la escoba de varas a un lado de la casa.
Claro que sí, le contestó la abuela, ante el ingenioso y sorpresivo comentario. Enséñame a volar, le pidió entusiasmada. Lo haré cuando estés preparada. Poco después, la madre de Lilyán fue llamada a ese enigmático mundo más allá de nuestro planeta tierra. La pequeña se entristeció al perder a su abuela: la bruja maravillosa que le enseñaría volar.
En Lecciones para volar, la abuela comienza a enviarle mails a su nieta y la prepara, paso a paso, por medio de rituales inteligentes y profundos, en el arte de volar a la vida.
Me permito compartir las dedicatorias: “Para Sabina, por enseñarme a ver más allá de las princesas”. “Para Alis, por su alegría, por su magia. Por enseñarnos a volar”.
Podría hacer una lista de las publicaciones que recordé al leer Lecciones para volar, pero ninguna contiene el ingenio y la frescura en la narrativa. ¡Lilyán tiene razón, las princesas son aburridas!

Es un libro optimista, esperanzador, amoroso y con respuestas hacia preguntas fundamentales. En resumen: posibilita la apreciación de la existencia. La fotografía de la autora revela con fidelidad la impresión real: una sonrisa auténtica y decenas de mundos amorosos en la mirada. Mi enhorabuena, Lilyán, y mi cariño.

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