El
Retorno de las águilas y los jaguares
De: Antonio Velasco Piña
Comenta: María Eugenia Bear Sanz
Puebla, 19 de marzo de 2014
Complejo Cultural Universitario BUAP
Mta. Ma. Eugenia Bear Sanz, Mto. Antonio Velasco Piña, Mto. José Alfonso Esparza Ortíz (Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Dr. Jorge Flores |
Citado como el fundador de “La nueva
mexicanidad”, en cada latido de su corazón, me permito imaginar, resuena el
mantra de Me-xhi-co.
Así percibo al maestro Antonio Velasco Piña, un
incansable investigador y preclaro observador de la historia, quien nos muestra
profundas reflexiones, a través de la narrativa ágil que le caracteriza.
Fue en mi época universitaria, cuando aún no
comprendía el significado de “el despertar de la consciencia” y cuando mi amor
por Jung y la fidelidad hacia Freud hacían estragos en mi intelecto, que llegó “Regina”
a mis manos. En esos tiempos de bibliotecas, de devorar artículos y hacer fila
para las fotocopias, el maestro Antonio Velasco Piña sembró una luminosa
semilla, primero en mi mente y más tarde en mi corazón.
Iniciaré, entonces, manifestando mi admiración
y gratitud, en especial por la obra que hoy nos ocupa: El retorno de las Águilas y los Jaguares.
Una edición de: Punto de Lectura, con la
tipografía precisa para no hacer gestos. La suave tonalidad del papel no agrede
la vista y nos permite adentrarnos en el contenido. El tamaño de media carta y
la encuadernación lo hacen transportable, además de agradecer el no tener que luchar
a cada instante con el libro.
Inicia con una de las estrofas del Himno
Nacional Mexicano. Letra y música que en mis tiempos nos ponía de pié y, de
manera natural, hacía que lleváramos la mano derecha al pecho en señal de
respeto y entrega. De ahí, el maestro Velasco Piña nos lleva a la primera
reflexión: cito al autor: “México está en guerra y la está perdiendo”.
Vino a mi mente la imagen del extraño enemigo,
quien además de profanar nuestro territorio, busca destruirlo. Una introducción
que deja al descubierto la profunda oquedad, a la cual no queremos acercarnos,
a pesar de sabernos inmersos.
¿Por qué comparar nuestro devenir histórico con
el de Rusia, Japón o el Tíbet, en la particular situación de violencia que
sufrimos? Fue la pregunta que me formulé al leer las primeras páginas.
El análisis acerca de la victoria de los vietnamitas
ante el poderío del imperio estadounidense, señala como primer factor el
liderazgo de Ho Chi Min, quien supo ganarse el respeto y la confianza de su
pueblo. En el texto subrayé ambas palabras: respeto y confianza. El siguiente
ingrediente fue la genialidad del dirigente militar y el tercero el repudio del
pueblo norteamericano a esa guerra.
Continúa citando el evento cuando los ejércitos
mongoles, comandados por Kublai Kan, intentaron invadir Japón y el emperador
convocó a su pueblo y a los Samurái para hacerles frente. Velasco Piña enfatiza
el poder de la oración de los civiles en los lugares sagrados. Concluye que la
victoria se debió a cuatro factores.
Cito al autor: “Un gobierno que gozaba del más
completo respeto y apoyo popular, un pueblo unido y dispuesto a todo para
defender a su nación y la existencia de unos guerreros muy especiales, los
Samurái. El otro factor, a nuestro juicio el determinante, fue la intervención
de fuerzas superiores a las meramente humanas”.
Son más los ejemplos, pero los anteriores
bastan para ejemplificar lo que el autor quiere hacer evidente en El retorno de las águilas y los jaguares.
Más adelante apunta a que la trascendencia del tiempo y del espacio nos lleva a
la amplificación de la consciencia y es cuando la mirada miope se convierte en
una visión de águila. Aprender del pasado nos coloca en una posición
privilegiada y el maestro menciona las influencias de diversa índole, que
llevaron a la resolución de conflictos percibidos como irremediables, en otros
tiempos y en otros lugares del planeta.
Aclara que un obstáculo en la resolución de la
problemática del narcotráfico y de la violencia generalizada, ha sido el
considerar que la historia de la humanidad transcurre de manera lineal, y con
soberbia ignorancia, creemos que evolucionamos. Pero no es así.
Las aberrantes conductas criminales, la
insufrible inseguridad y la devastación causada por el narcotráfico, ameritan
profundas reflexiones, más allá de las críticas en la cafetería o la sobremesa
familiar. Se agradece un análisis fuera del discurso político, incluso, más
allá de los alegatos estériles, redundantes y trillados. Velasco Piña, a
diferencia de otros autores, nos ofrece una serie de reflexiones amplificadas
que proponen soluciones.
Cito al autor: “Por encontrarnos en una época predominantemente
materialista, ha disminuido de manera considerable la seguridad prevaleciente
en todas las épocas de máximo esplendor espiritual, de considerar que existe
una intervención divina en cuanto ocurre en el Universo”.
Cito otro de los párrafos: “De igual manera,
resultará necesario tomar en cuenta que existen influencias demoniacas, las
cuales están teniendo una activa participación en la actual contienda entre
México y la delincuencia organizada. Se deberá por tanto encontrar la forma de
combatirlas y neutralizarlas”.
Aclara que será imprescindible evaluar las
influencias antes de formular las estrategias y abandonar la actual, cito al
autor: “ideología eurocéntrica, lineal y materialista, por una visión planetaria,
cíclica y espiritual”.
El maestro Velasco Piña comenta que: “Todo
cuanto existe se encuentra en un permanente estado de guerra”.
Por supuesto, desde luchar por levantarnos cada
mañana y proponernos sobrevivir a los conductores del transporte colectivo,
hasta llegar a los cuestionamientos existenciales de si la primigenia batalla
entre las huestes de Lucifer y los ejércitos de arcángeles aún está presente.
El hecho es que, paulatinamente, sin
percibirlo, nos hemos deshumanizado y perdimos el sentido de pertenencia al
planeta. Un bocado para degustar, porque justo en la falta de consciencia hacia
los seres vivos y hacia nuestra Madre Tierra, se finca la corrupción y la
manipulación. De alguna manera hemos renunciado a la capacidad de darnos cuenta
de nuestra existencia, prerrogativa del humano.
Esto se debe a que la sociedad funciona como un
rebaño, cito al autor: “inconsciente, masificado y carente de valores”, la
situación ha llegado al punto de ebullición y es el momento de despertar, cito
al autor: “del retorno a lo sagrado”.
Las anteriores citas son un mínimo de la enorme
riqueza contenida en el texto, ya que el maestro Velasco Piña expone y propone,
comenta que las etapas de esplendor coinciden con el elevado número de
guerreros sagrados. Las culturas en decadencia se caracterizan por la
disminución en el nivel espiritual de sus guerreros. Sin embargo, los
guardianes de las tradiciones preservan el conocimiento haciendo posible la
enseñanza de los valores espirituales.
Velasco Piña restituye el reconocimiento al
Heroico Colegio Militar, a la Heroica Escuela Naval, al también Heroico Cuerpo
de Bomberos. Ellos deberían, cito al autor: “efectuar frecuentes marchas en las
ciudades y regiones del país en donde la delincuencia organizada mantiene mayor
presencia”. Interpreto que de alguna manera los civiles recordarían que existen
instituciones capaces de hacer frente a los enemigos, porque un país “Es” del
verbo Ser, gracias a sus instituciones. El autor también hace un reconocimiento
a la labor, para crear consciencia, efectuada por el general Tomás Ángeles
Dauahare.
Señala que, cito al autor: “Las fuerzas de las
tinieblas combaten para nulificar la conciencia de la humanidad y del planeta,
y las fuerzas de la luz están propiciando una auténtica mutación de la especie
humana, para que ésta alcance una conciencia planetaria que le permita
trascender la ilusión de la separación y comprender que todos y todo somos
uno”.
Es en el capítulo IX en donde el maestro
Antonio Velasco Piña nos enciende una luz multicolor para estos tiempos de
claroscuro. La humanidad podrá trascender, cito al autor: “la limitada
percepción individual de cada ser humano, por una unificada percepción de toda
la especie”. Les invito entonces a leer El
retorno de las águilas y los jaguares, para conocer el camino propuesto con
la intención de superar nuestra crisis espiritual y social.
El autor, a lo largo del discurso, vincula
eventos, circunstancias y desenreda la madeja de color verde, blanco y rojo.
Devuelve al águila su poderío y a la serpiente su inteligencia, símbolos de la
victoria en la lucha de los contrapuestos, de la batalla permanente que genera
el movimiento perpetuo de la vida, que se libra sobre el árbol cósmico
representado por el tunal.
El
retorno de las águilas y los jaguares es un regalo para leerse en una tarde y para reflexionar durante
meses.
Tlasojkamati, Ometeótl