jueves, 17 de junio de 2010

Palacio de Bellas Artes

El día 23 de junio a las 7 pm en la sala Adamo Boari, en el Palacio de Bellas Artes, en la ciudad de México D.F., presentarán la novela de: "Los muertos de mi vida."
Los espero; a los que no puedan asistir físicamente, les pido lo hagan con sus pensamientos.
Llegaré hasta la escalinata principal del Palacio de Bellas Artes acompañada por los muertos de mi vida, no me refiero a la novela sino a todas aquellas vivencias, fantasías, amores y desamores; aprendizajes, desilusiones, añoranzas, planes inconclusos, logros, pérdidas y los invaluables regalos que me ha dado la vida.
Cuando cruce el umbral me sentiré emocionada, con la sensación de haber cumplido la promesa que hiciera ahí mismo al presentarse la novela de Aguaviento, y acepté el reto de escribir acerca de la Revolución Mexicana.
Fue un esfuerzo continuo desde el primer párrafo hasta ver la novela editada por la Dirección de Fomento Editorial de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla dirigida por el Dr. Carlos Contreras y bajo la supervisión del Mto. José Luis Olazo, a quienes les estoy profundamente agradecida.
Pensaré en doña Magda, en lo complacida que estará al dar a conocer a su adorado Gabriel, a través de quien resume el sabor y el dolor de una Revolución cuya esencia ha sido olvidada. Sí, también me acompañarán los personajes de la novela.
A medida que camine hasta la sala Adamo Boari agradeceré el estar viva y consciente de estarlo.
Reiteraré mi agradecimiento a La Casa del Escritor, al Mto. Felipe Galván, al Mto. Roberto Martínez Garcilazo y a la Dra. María Teresa Colchero.
Haré un reconocimiento al invaluable, preciso, objetivo e incondicional apoyo del escritor y periodista Mariano Morales. Mi cariño y agradeciemiento al Lic. Aldo Rivero Pastor, historiador, notario, escritor; a la familia Carmona Barrientos, dueños de la Hacienda de San Roque; en especial a Luis Adrián Carmona, Juez de Paz.
Tengo mucho que agradecer y "Los muertos de mi vida" es una prueba de ello; se escribió basándose en los relatos de varias personas, en sorpresivos eventos, en documentos, fotografías, filmaciones. Cada información encontró acomodo en la trama y el resultado fue sorprendente: Magdalena Milagros y Gabriel Zenteno surgieron del papel y ocuparon por ocho meses el sillón, el escritorio, la computadora de mi estudio. Me acompañaron en los sueños, en el trabajo. Se sentaron junto a mí cuando veía la televisión o cuando manejaba.
Las fotografías de Pancho, Felipe, Fortunato, Domingo, Victoriano, Porfirio, Celso, Francisco, Aquiles, Obregón, Benigno y mi favorita: Emiliano a caballo, llenaron las paredes del estudio. Los llamo por su nombre no por irreverente, sino porque después de tantas horas juntos logré establecer un vínculo especial con ellos. En la parte superior esperaba mi siguiente personaje, del cual ya escribí su vida: mi adorado general Rodolfo Sánchez Taboada. Persiguió a unos cuantos y le fue fiel hasta la muerte a otros. Pero esa es otra historia, otra novela, a la que ya le llegará su tiempo.
En ellos pensaré al caminar hacia la mesa desde la cual se presentará la novela. Pensaré en México, en lo que deseo sea, en lo que me duele no es. En nuestra Revolución: la "Mal Parida", aunque haya tenido admirables progenitores. Quizás el alumbramiento fue en un páramo inclemente y las manos que la recibieron la asfixiaron.
Escucharé a los presentadores, hablaré poco. Al regresar a la ciudad de Puebla me recostaré en el hombro de Rafael y podré dormir un rato. Al día siguiente me aguardará lo cotidiano y una página en blanco, la que me ayudará a sentirme viva a medida que vierta en ella mis pensamientos.
Gracias a todos los muertos de mi vida y a los amigos que me acompañan en la aventura extrema de vivir.

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