lunes, 17 de enero de 2011

CHOLOLLAN


Detalle de una carita en el mural de los bebedores del pulque. Suponen es un grafitti (travesura), de hace más de quinientos años.


Cholollan, ciudad mágica. Desde niña me atrajo, mucho antes de que el Templo Mayor, el Tlachihualtepetl, hubiese sido "rescatado". Mi padre nos llevó una vez de visita, cuando aún debíamos salir de la ciudad de Puebla y transitar por la peligrosa y angosta carretera. Enormes árboles crecían en ambos lados. "Os llevaré a un cerro y bajo él está una pirámide enorme. Entraréis por unos túneles como los de las minas de Peñamellera."



No tenía ni la mínima pista de lo que sería el túnel de una mina pero al llegar, me cautivó la boca de la entrada. Eso me pareció y aún persiste esa sensación de ser una boca tímida lista para engullir a quien ose poner un pie adentro. Recuerdo los rieles en el piso y la humedad, el haber caminado intentando imaginar cómo sería esa pirámide de no estar cubierta.



Tuve la suerte de vivir en Cholollan, de subir las escalinatas del Tlachihualtepetl y beberme el paisaje de flores y volcanes.



Escribo acerca de Cholollan, con mayor precisión acerca de un guerrero águila, la elite de los guerreros. Leí a los cronistas de la conquista, las cartas de Hernán Cortés, a los historiadores de diferentes épocas. Me empiné en los códices: el de Tlaxcala, el Borbónico, el de Cholula. Pero el mejor encuentro fue con el arqueólogo Carlos Cedillo. Él se encuentra a cargo del rescate de la monumental Cholollan.



Un equipo de jóvenes antropólogos y arqueólogos rescata centímetro a centímetro nuestra historia, una herencia no solicitada de la cual me enorgullezco. Entre restos arqueológicos trabajan incansables y con entusiasmo a pesar de las heladas mañanas cholultecas.



Documento y no termino. Me lo pregunté ayer, quizás es por la tristeza de haber matado (en la novela) a Tonahuac, mi guerrero águila y no saber qué va a ser de la vida de Beltrán, mi querido amigo pintor. Dos nombres, dos culturas que sueñan una con la otra. Espero terminar la novela en este mes de Enero tan importante para mí.


Me gustaría invitarlos a pasear por Cholollan, en especial en fin de semana para que disfruten del concierto de color y aromas, de los danzantes y las sangrías en La Lunita y por supuesto de las delicias en los restaurantes de San Andrés.


No recibo un céntimo de la Secretaría de Turismo y no es un comercial, es una invitación a recorrer una ciudad mágica.



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