“Corazón arrebatado” Novela sobre la vida y
milagros de Catharina de San Juan, la China Poblana”, es el título del
libro escrito por dos entrañables amigas: Martha Porras de Hidalgo y María
Alejandra Domínguez Sánchez, publicado por la Editorial Porrúa.
Las
autoras me honraron al invitarme a presentar la obra en la Feria Internacional
del Libro de Guadalajara, México, el próximo 2 de diciembre de este año 2013.
Desafortunadamente (palabra larga, tanto como mi desencanto al no poder
asistir), no me será posible acompañarlas y les comparto esta exposición en la
intimidad de la red.
Dirigiré
ahora mis libres asociaciones al contenido; lo escrito, lo faltante, lo
intangible. Lo haré en desorden, tal y como nos aproximamos a un bufet en donde
todo nos despierta el apetito. En Corazón
arrebatado, la historia y la manera de escribirla son un manjar para todo
tipo de paladares.
Inicio
la degustación con el título que describe el sentir de la China Poblana (me
permito llamarle así), porque en un éxtasis espiritual su corazón quedó atado a
propósitos divinos. Y también creo que arrebató el corazón de las escritoras
puesto que se atrevieron a deshacer, por centurias, lo tejido en el imaginario nacional.
Se combinó la historia con la imaginación de las autoras, al igual que
los sabores de los diferentes chiles, chocolate y especies, del mole poblano,
servido en un plato de talavera.
Catharina
de San Juan, oriunda de la India del gran Mogor, llegó a tierras novohispanas
en la segunda década del siglo XVII, cuando aún era una niña. “Puebla seguía siendo una
pila de agua bendita en donde iban a rezar las almas”(cito a las autoras), y
nuestra pequeña China Poblana se zambulló en ella. Aún palpitaban en su mente
los recuerdos de la persecución de los mogoles en Delhi; de los vestidos adornados
con cuentas de cristal que su madre le confeccionaba; de la cueva repleta de
víboras en donde se escondió para escapar de un matrimonio acordado; de la
travesía en el barco comandado por
piratas. “Ese tallo de jazmín pequeño que en cualquier momento puede ser
deshojado, incluso con el soplo del viento. ¿Le importaría yo a alguien,
entonces? ¿Me reconocerían mis padres si me vieran así, tan acabada, tan
humilde, otra?” (cito a las autoras)
En
algún lugar en Asia, los jesuitas la bautizaron como Catharina de San Juan, “su
nombre anterior no interesaba” (cito a las autoras), como tampoco les interesó
a quienes la conocieron, lo que dentro de su alma bullía. Sólo su confesor, el
padre Alonso Ramos, la escuchó, guió sus piadosos o fanáticos pasos, en la
dirección correcta, la del deber católico. El clérigo documentó las pláticas
llegando así la información, más de trescientos años después, hasta las manos
de una de nuestras autoras: Martha Porras de Hidalgo.
Interrumpo
aquí para apuntar que hasta la publicación de Corazón arrebatado, la mayoría de poblanos (y compatriotas)
estábamos seguros que nuestro personaje era una china envuelta con una vistosa
falda. Esta es una muestra de los muchos errores que han trascendido
generaciones desvirtuando la verdadera esencia de la China Poblana, quién no
fue China sino nacida en la India; una virtuosa representante de un linaje
noble que vio escindidas sus raíces, adoptando por la fuerza un nombre que nada
tenía que ver con su origen.
Las
autoras nos señalan como nuestra entrañable China Poblana fue capaz de amar al
prójimo mucho más que a sí misma; defendió las virtudes a costa de su vida; fue
capaz de manejar la alquimia en la cocina; de “ver” lo que otros ojos eran
incapaces de percibir y, quizás, la decisión más valiosa de su vida fue la de
advertir y con ello salvar la vida de uno de los hombres ilustres de nuestra
querida Puebla de los Ángeles: el Obispo Juan de Palafox y Mendoza.
Escuchemos
las voces de las autoras: “Tendría que internarme en las calles, como en un
laberinto andar descalza entre piedras agudas que rompen la piel y queman el
corazón y quizás descubriría que los míos han muerto de dolor esperando con los
ojos puestos en el mar a que vuelva. ¿Cuántas veces en sueños no he regresado
hasta ellos? ¿En cuántas noches no he llegado hasta el huerto de naranjos de
mis amados padres?”
Corazón arrebatado también nos recuerda
la época en la que los viajes del Galeón
de Manila o La Nao de China, fueron
decisivas en la economía novohispana por el intenso intercambio de mercancías
entre Oriente y México. Cientos de familias se reunían en el puerto de Acapulco
o en el de Las Peñas (hoy Puerto Vallarta), para ver la llegada de las
imponentes naves españolas que cruzaban el océano Pacífico y traían desde
Manila, las exóticas mercancías. Sedas, porcelanas, especies y esclavos. Un detalle
que ignoramos o deseamos no conocer: el tráfico de esclavos entre las pudientes
familias, en la sociedad novohispana, que aún se sumergían en la pila de agua
bendita para ahogar ahí sus faltas. Fue hasta la guerra de la Independencia
cuando la Nao de China suspendió sus
viajes.
Alejandra
y Martha, entre metáforas y símiles, aportan información valiosa, tangible. Nos
regalan su sensibilidad como escritoras y lo faltante, como apunté al inicio,
lo diré sin temor a equivocarme. Falta señalar el entusiasmo, el amor por
Puebla, la investigación seria y comprometida de dos valiosas amigas y
escritoras.
A Corazón Arrebatado le precede la novela
de Carmen Serdán; ambas deben ser
leídas por quienes gustan de llevar a la boca del intelecto y del alma, un
platillo exquisito.
Enhorabuena
por el éxito y las acompaño aún en mi ausencia. Ma. Eugenia Bear Sanz
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