lunes, 23 de mayo de 2016



Por Brenda Röjh 

¿Qué significa para la escritora?
—Dentro de la espiral formada hace años, Beata hechicera se adhiere y se sostiene con su magia, a esa estructura dinámica de trabajo. Las novelas que la anteceden le dan la bienvenida así como los lectores. Para mí significa un proyecto concluido y propone un mayor reto a lo que actualmente escribo.

¿Cuál fue el detonante de una historia acerca de la Inquisición y la hechicería?
—Me llamó la atención la Iglesia de San Pedro enclavada en Alles, capital del Concejo de Peñamellera Alta, en Asturias. ¿Quién y con qué intención decidió realizar tal obra en un poblado que hace 200 años debió ser austero y de muy pocos habitantes? Así comenzó la aventura por conocer a Don Juan de Mier y Villar. Por otro lado las historias acerca del valle, su pasado Celta y la asombrosa mitología Astur. Poco a poco los personajes de las brujas crecieron mermando la importancia histórica del clérigo. De ahí se unió a la historia de Abándames, en Peñamellera Baja. El hilo conductor fue la medalla heredada a lo largo de las generaciones y se relaciona con la que yo recibí de parte de mi abuela Eugenia y pretendo dar a mi nieta primogénita.

Llama la atención una frase que  señala cómo la herencia de las brujas se fortalece con el paso del tiempo.
—Por un lado está la habilidad transmitida por los genes y por otro la educación. En el pasado las madres enseñaban a las hijas los quehaceres propios de las mujeres: modales, herbolaria, medicina tradicional, cocina, cantos, tejidos, bordados, rezos, etc. Algo que en la actualidad se diluye, por no decir que se está perdiendo. La enseñanza trans-generacional funciona como un aglutinante, este permite la continuidad del conocimiento adquirido dentro de una familia, fortaleciéndolo y enriqueciéndolo a lo largo del tiempo. En Beata hechicera, es por medio de los escritos de la abuela que Simona comprende su destino.

¿Significa que nació predestinada y no pudo escapar a pesar de haberla puesto bajo la tutela del inquisidor?
—Como cualquier ser humano, Simona poseía un tipo de habilidades que le facilitaron ciertas tareas, pero ejerció su libertad para elegir el camino. Lo mismo sucedió con Don Juan de Mier y Villar. Los personajes se movieron dentro del espectro del claro-oscuro, al igual que cualquiera de nosotros lo hace a través de la vida.


Beata hechicera es un paseo a través del tiempo y de dos continentes. ¿Por qué elegiste la hacienda de Santo Domingo Atlapaleca, en el Estado de Puebla?
—Me apasiona el tema de las haciendas, por un lado está su enigmática belleza y por otro las asombrosas historias que las acompañan. Santo Domingo Atlapaleca conserva un importante archivo desde su fundación, en el año del 1539, bajo el mandato del virrey Antonio de Mendoza, y merece ser reconocida puesto que ha sobrevivido en estos tiempos tan difíciles y controversiales, gracias a la tenacidad e inteligencia de sus propietarios. Las haciendas fueron un sistema económico y social importante desde la época del virreinato hasta la Revolución. Prácticamente todos los hacendados influían en las decisiones, puesto que formaban un eslabón importante en la cadena de distribución de riqueza entre las castas privilegiadas y por otro lado actuaban como fuerza de control sobre los naturales o campesinos. Antes de la Independencia, según las estadísticas, había 1 millón de blancos, 1.3 de mestizos y 3.6 de indígenas que vivían en condiciones de pobreza y mayormente distribuidos en labores del campo. Gracias a la imposición de la doctrina católica, facilitada por los propietarios de las haciendas, los pudieron mantener sojuzgados bajo las amenazas de los castigos divinos y los no tanto. Hacendados, políticos y clero manejaron los destinos del pueblo. Por otro lado, el sistema de haciendas promovió fuertemente el desarrollo del naciente país. Esto nos sitúa de nuevo en el claro-oscuro.

¿Es la palabra escrita un vehículo de transformación?
—En mi caso me lleva a superarme en el trabajo y como persona. Al lector, cualquier tipo de material le dejará uno o múltiples mensajes; estos invitan a la reflexión. El pensar detenidamente en el significado de una frase, un párrafo, un tema, enriquece el conocimiento.
La palabra escrita permanece en el papel, se activa o cobra vida con la reflexión, permite ser modificada, apropiada, empleada en otros contextos, pero su huella permanecerá intacta, lista para ser consultada en cualquier momento. Esto significa que se encontrará la cita, en la misma página, sin importar quién, en dónde o cuándo se abra el libro. Es por medio de los escritos que hemos podido conocer el pensamiento genuino de miles de mujeres y hombres del pasado.

¿Piensas que el libro tradicional será substituido por el electrónico?
—Cada uno posee características propias, ventajas y desventajas. Existen lectores con gustos diferentes. La tecnología complementa, facilita, pero el libro impreso prevalecerá.

Beata hechicera invita a extenderse más allá del texto y a consultar en la red varios de los datos. ¿Esto la beneficia?
—La novela pertenece al lector en cuanto la toma en sus manos, si además lo motiva a conocer más acerca de mis hechiceras, para mí es un orgullo, puesto que tiene el poder de incitar a la investigación y despierta la imaginación.

¿Se puede considerar una novela histórica?
—No soy historiadora ni pretendo serlo. Beata hechicera transcurre, se ambienta y se alimenta de sucesos ocurridos entre 1630, cuando surge Casiana, la matriarca del linaje de hechiceras, y finaliza en 1812 con Simona. Es una novela en la cual se mezclan realidad y fantasía al igual que ocurre en el tránsito de la existencia de cualquier persona.


Nos queda invitar a su lectura. Pueden adquirirla en la librería de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) Av. 2 Nte. 1404. Centro Histórico. C.P 72000. Puebla. (222) 246 85 59 o en la librería Profética.

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