jueves, 28 de febrero de 2019

La película de Bartolo

Ya sabemos que en Zonzonique, el lejano pueblo en el que todo puede suceder, los habitantes se quedaron quietecitos, por años, a la espera de que algo memorable sucediera. Así son allá, unas veces calladitos y otras capaces de armar un chincual, solo porque Bartolo tuvo la ocurrencia de hacer una película. Apenas se enteraron, todos salieron a la calle.

Anduvo de aquí para allá, enredado en el sarape, hasta conseguir la plata para comprarse una cámara. 

¿Pos a qué debo el honor de su visita, don Bartolo? ¡Ay, mi reinita adorada!, es tan chula que voy a inmortalizarla. Verá usted, me enteré que por la capital hicieron una película y se ganaron hartos premios. ¿A poco usted sabe de cine? ¡Claro, mi linda Bartolina! No en balde fui de los primeritos en fotografiar a mis generales y hacerle una película al jefe Carranza, cuando bajó de El Dorado. ¡Qué tiempos aquellos, don Bartolo, cuando unas veces nos recibían con mezcal y otras con plomo! Pues sí, Bartolina, todavía conservo los agujeros en la camisa, véalos usted misma. Tápese, Bartolo, que me ruboriza. Mejor destápese usted y así nos ponemos los dos bien coloraditos. 

Ya sáqueme de dudas, ¿es verdad que dejó el calzón de manta y usó pantalones cuando lo alcanzó la leva? Ni me lo recuerde, apenitas nos acuartelaron nos dieron los pantalones, picaban tanto aquí mero, que yo preferí dejarme los de manta por abajo. ¿Quiere verlos? Ya no insista, don Bartolo, mejor dígame qué lo trae hasta aquí. Apenitas se lo dije, ¡voy a inmortalizarla! Yo ya estoy un paso después de la vida. Pero nadie la conoce, Bartolina, si usted se deja quedará chulísima en la película. ¿Pa que me critiquen? Lo harán los envidiosos, lo que no saben de cine. Ya lo sabe, mi chula, existen acémilas de dos patas con una lengua bien grandota y morada. ¡No me recuerde a los ahorcados allá por el abrevadero! Cuando los vi llegar a Zonzonique, me temblaron los huesitos. Mi preciosa, creo que todo lo toma usted literal. No pues, Bartolo, desde que va a la nocturna no le entiendo nada. Ándele, diga que sí y ahorita mismo empezamos. ¡Cómo si fuera tan fácil! Pues no, será rete difícil, pero podemos ensayar aquí en lo oscurito. ¡Arrímese, Bartolo, me está sacando el aire con su pistolón. 

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