lunes, 7 de enero de 2013

Carta a mis amores


Mi hermoso ser de corazón de viento, de murmullos de jade, déjame acariciar tu rostro para que los muertos de mi vida se pierdan en la memoria. Olvidaste decirme que en este mundo nunca un día como otro encontraré. Tú lo sabes pues aún conservas la sabiduría con la cual se nace y yo, en mi andar peregrino de raíces aéreas la perdí. Debo confesarte que ahora me encuentro sola entre las armas y la palabra y debo andar de prisa sin errar pues el camino es corto; tan sólo dura una vida.
Afuera, lejos de tu cuna, me espera el aguaviento desprendido por la Matlalcuéyetl. No quiero perderme en la bruma sin embargo debo partir.


Te dejo mi palabra escrita, cuando te llegue el tiempo de leer mis libros quizás también tú hayas olvidado que eres un ser luminoso; a través de la lectura te recordaré que como es en el cielo es en la tierra. La perfección reside en la sabiduría y esta brota del corazón. No te engañes con espejos aderezados con piedritas luminosas, con las historias que ocurren entre sombras. La naturaleza será tu mejor libro, el canto de las aves tu arrullo, el azul del cielo y el vaivén del mar tu reposo.
Encuéntrame en la danza del fuego de tu chimenea, en la lluvia del verano. Te besaré con el viento y llenaré de calor tu alma con los rayitos del sol del atardecer.
Lleva tus manos a la textura de la piel que ames; no acaricies espinas; no las sumerjas en aceite hirviente. Lleva a tu boca el alimento húmedo y suave, de sabor exquisito, no pretendas llenarte con cristales rotos por querer comerte la vida en un bocado. 
Usa mi brújula, es fácil emplearla, busca siempre que la aguja marque en dirección al amor y al respeto hacia todo lo creado.
En el Bosque de Águilas dejé plantados ahuehuetes, sauces, álamos, ocotes. Chabacanos, limonares, manzanos, ciruelos, perales. Rosas y hortensias. Toma un respiro bajo la sombra del enorme encino. Luego siéntate unos minutos frente al espejito de agua en forma de media luna. Todo tiene un significado pero será tu trabajo el descubrirlo.
Debo irme. Quizás regrese mañana a cantarte una canción de cuna o a contarte de nuevo la historia de cómo trepó el gato Mílgaro a un árbol mientras perseguía una ardilla. Puede ser que nos veamos la próxima semana o en tu cumpleaños. Es difícil saberlo. Por eso te disfruto en este momento. Atrapo tu mirada en mi recuerdo. Río con tu sonrisa y beso tus manitas de nube. ¿Sabes? El viernes hice un atrapa sueños. Le colgué cuentitas de colores y plumas en azul cerúleo y carmín. Dicen que son cazadores de los sueños malos, quedan presos en la red y se escurren por las plumas hasta llegar al suelo y perderse en la tierra que todo lo purifica. Sólo dejan pasar los sueños felices y las imágenes a través de las cuales puedes aprender acerca de ti mismo. Cierra tus ojos, imagina esa red con cuentitas multicolores y duerme.
Debo partir y aún así, en tu sangre me tienes.

                                                                             Para ellas, él y Álvaro, Sophie, Sara y Diego

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