Mi hermoso
ser de corazón de viento, de murmullos de jade, déjame acariciar tu rostro para que los muertos de mi vida se pierdan en la memoria. Olvidaste decirme que en este mundo
nunca un día como otro encontraré. Tú
lo sabes pues aún conservas la sabiduría con la cual se nace y yo, en mi andar
peregrino de raíces aéreas la perdí. Debo confesarte que ahora me encuentro sola
entre las armas y la palabra y debo
andar de prisa sin errar pues el camino es corto; tan sólo dura una vida.
Afuera,
lejos de tu cuna, me espera el aguaviento
desprendido por la Matlalcuéyetl. No quiero perderme en la bruma sin embargo
debo partir.
Te
dejo mi palabra escrita, cuando te llegue el tiempo de leer mis libros quizás
también tú hayas olvidado que eres un ser luminoso; a través de la lectura te
recordaré que como es en el cielo es en la tierra. La perfección reside en la
sabiduría y esta brota del corazón. No te engañes con espejos aderezados con
piedritas luminosas, con las historias que ocurren entre sombras. La naturaleza
será tu mejor libro, el canto de las aves tu arrullo, el azul del cielo y el
vaivén del mar tu reposo.
Encuéntrame
en la danza del fuego de tu chimenea, en la lluvia del verano. Te besaré con el
viento y llenaré de calor tu alma con los rayitos del sol del atardecer.
Lleva
tus manos a la textura de la piel que ames; no acaricies espinas; no las sumerjas
en aceite hirviente. Lleva a tu boca el alimento húmedo y suave, de sabor
exquisito, no pretendas llenarte con cristales rotos por querer comerte la vida
en un bocado.
Usa mi brújula, es fácil emplearla, busca siempre que la aguja marque en dirección
al amor y al respeto hacia todo lo creado.
En
el Bosque de Águilas dejé plantados ahuehuetes, sauces, álamos, ocotes. Chabacanos,
limonares, manzanos, ciruelos, perales. Rosas y hortensias. Toma un respiro bajo la sombra del enorme encino. Luego siéntate unos minutos frente al espejito de agua
en forma de media luna. Todo tiene un significado pero será tu trabajo el
descubrirlo.
Debo
irme. Quizás regrese mañana a cantarte una canción de cuna o a contarte de
nuevo la historia de cómo trepó el gato Mílgaro a un árbol mientras perseguía
una ardilla. Puede ser que nos veamos la próxima semana o en tu cumpleaños. Es
difícil saberlo. Por eso te disfruto en este momento. Atrapo tu mirada en mi
recuerdo. Río con tu sonrisa y beso tus manitas de nube. ¿Sabes? El viernes
hice un atrapa sueños. Le colgué cuentitas de colores y plumas en azul cerúleo
y carmín. Dicen que son cazadores de los sueños malos, quedan presos en la red
y se escurren por las plumas hasta llegar al suelo y perderse en la tierra que
todo lo purifica. Sólo dejan pasar los sueños felices y las imágenes a través
de las cuales puedes aprender acerca de ti mismo. Cierra tus ojos, imagina esa
red con cuentitas multicolores y duerme.
Debo
partir y aún así, en tu sangre me tienes.
Para ellas, él y Álvaro,
Sophie, Sara y Diego
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