Diego Rivera Sueño de una tarde dominical en la alameda |
En México se ha convertido en una festividad, así lo demostramos porque pensamos que nuestros seres queridos se encuentran ya en un mundo mejor, y regresan por unas horas a recordar quiénes fueron durante el tiempo que permanecieron con nosotros.
Cada cultura se enriquece con aquellas con las que mantiene relación. En nuestro país incorporamos ya el jalowin, me tomo la libertad de castellanizar a mi antojo la palabra, puesto que anidó ya en nuestras costumbres. Los niños y los adultos se disfrazan de brujas, aparecidos, calabazas y calaveritas. Las calacas de amaranto o dulce y las flores de cempazuchitl se entrelazan con los espantapájaros y las brujas. El color naranja tiene aroma a fiesta.
Eso somos en el presente y nada es mejor que el presente, porque en él vivimos.
A medida que pasa el tiempo se incorporan nuevos elementos y pensamientos acerca del significado de la vida y los misterios de la muerte.
Mientras no me toque, me enfríe, me transforme y me lleve, continuaré frente a la hoja en blanco de mi ordenador, escribiendo acerca del mismo tema que ha ocupado a la humanidad desde que logró picar piedra, esculpir madera y arar la tierra: Eros y Thanatos. Continuaré agradecida a las enseñanzas del patriarca que recién partió.
Así termino hoy, con calaveritas literarias, con fotografías, preparativos y la esperanza de que hoy por la noche no toque a mi puerta la flaca, por habérmele enfrentado aquella tarde de septiembre…
Muy quietecita la Cartina estaba
muy relamida y acicalada,
frente a ella pasé sin miedo
y…
chocó los dientes mientras exclamaba
“a esta escritora aún no le
tocaba”
A
Bosque de Águilas llegó, arrastrando los huesitos
bajo
el ahuehuete se cobijó, maquillándose los ojitos.
A
Rafael no lo engaña, ni aunque le susurre canciones
las
canas no son de gratis, ni tampoco las meditaciones.
Mucho
tendrá que esperar, esperemos que para siempre
porque
las águilas vuelan alto más allá del oriente o el poniente.
Hay
que ver cómo la flaca se me arrima y se me arrima
pero
todavía no es tiempo de que sea mía,
aún
me gustan las gorditas, repelonas y parlanchinas
mucho
tiempo tendré luego para huesudas, pelonas y entremetidas
Dedicada a Los
muertos de mi vida, los que llevo en
el corazón, viven a través de mi sangre.
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