viernes, 24 de agosto de 2012

Déjame acariciar tu rostro. Efluvios del 5 de mayo de 1862



Foto: Rafael Aluni




De nuevo, “déjame acariciar tu rostro”, mueve a reflexionar acerca de los hechos de armas que cimbraron a los poblanos en los años de 1862 y 1863, conocidos como: La Batalla del 5 de Mayo y El Sitio de Puebla.

El día lunes 10 de septiembre a las 11 de la mañana, en el Museo de la Memoria Histórica Universitaria, ubicado en la antigua Casa de Ovando, se realizará un evento histórico-artístico con la presencia del Dr. Enrique Agüera Ibáñez, Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, quién también dará a conocer la obra de su autoría.

María Eugenia Bear Sanz hablará de la novela: “Déjame acariciar tu rostro”, la única presentada en Puebla con motivo del 150 aniversario del relevante suceso.

La batalla del 5 de mayo de 1862

En esta ocasión, la autora decidió entrevistar a uno de los personajes: doña Misericordia Ochoa Pardiñas y Varela.

MEBS
—Recordemos, doña Misericordia, uno de los momentos decisivos en su vida, que marcaría además el destino de sus hijas cuando: “Cuatro extrañas mujeres vestidas como enfermeras, recorrieron la colina del cerro de Guadalupe en la noche del 5 de mayo de 1862. Acompañadas por un anciano mozo y dos caballos, rebuscaron entre el silencio mortal y los quejidos de los moribundos. La sangrienta batalla librada por el Ejército de Oriente comandado por el general Ignacio Zaragoza y las huestes de Napoleón III a cago del general Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, anunció el inicio de una historia fascinante. Siempre quise saber cómo fue que urdió ese plan.

Misericordia
—Estar al margen y en la punta de la lengua venenosa de la sociedad, lacera hasta al más entero de los mortales. Imagíneselo, así viví y quería algo distinto para mis hijas. Debo confesarle que no fue el único plan, puesto que contemplé otras dos alternativas para reivindicar la posición social de mis hijas. Usted conoce bien la primera: preparé con todo detalle la fastuosa bienvenida a los oficiales franceses, sin embargo, los acontecimientos lo desbarataron. La otra estrategia consistía en dar mi apoyo incondicional al Ejército de Oriente, luego de la batalla del 5 de mayo. En definitiva, con uno u otro, la historia habría sido completamente diferente. Está claro que a usted, María, se le habría extinguido la inspiración, y mis hijas habrían soportado día a día las vejaciones de las señoras del santo rosario, ¡y qué decir de las indirectas en los sermones del señor cura! 

El fuerte de San Javier,  en dónde El Comandante y doña Misericordia se enamoraron, luego de los cruentos bombardeos durante el Sitio de Puebla

MEBS
—Considero que usted es una mujer valiente y adelantada a su tiempo, me surge entonces la pregunta de ¿cómo miraba usted la vida cotidiana en esos años del 1862 y 63 en la ciudad de Puebla?
Misericordia
—Puebla se fundó con la idea de convertirla en una gran ciudad de corte europeo. En sí, la ambición apuntaba a hacer de ella un rincón español o francés dentro del territorio mexicano. Desde niños nos inculcaban el sentirnos diferentes a los de raza indígena; los criollos eran los más beneficiados, seguidos de nosotros los mestizos. El orgullo de la casta se manifestaba en todos los órdenes sociales. Mujeres como mis hijas y yo, a pesar de la fortuna económica, vivíamos en una especie de limbo: ni de aquí ni de allá. En definitiva fueron tiempos a la vez hermosos y complicados.

MEBS
—Doña Misericordia, voy a nombrar algunas palabras y me gustaría que me dijera lo primero que salta a su mente. “Iglesia”.
Misericordia
—Mi querida María, no niega su pasado freudiano e inicia con lo más filoso de la espada. Cuestionarlo en aquel entonces podría costarle la vida. Ya ve las penitencias que nos imponían, y no contó aquella de las piedritas dentro de los botines, ¿o la guardó para otra novela? ¿Esa que escribe acerca del ladronzuelo?… No se imagina la de historias que circularon en mi familia con respecto a los tiempos de conventos e inquisición. Ya ve cómo le fue a mi parienta la “Monja Coronada”. Así que mientras mejor quedara con la iglesia, mejor me iría en la vida, y por supuesto en la muerte.
MEBS
—Aún no me responde, doña Misericordia.
Misericordia
—Poder absoluto sobre el alma, el cuerpo y las finanzas de todos nosotros. Para mí fue un collar asfixiantemente milagroso.

MEBS
—“Patria”.
Misericordia
—En mi familia teníamos tres: La Madre Patria como primera, la que jamás conocimos y se antojaba única y perfecta. La Patria Mexicana era difusa y confusa en ese entonces; aún resonaban los acontecimientos desatados por don Miguel Hidalgo, doña Josefa Ortiz de Domínguez, doña Leona Vicario y el resto de los independentistas. Quiero decirle que el virrey José de Iturrigaray fue pariente nuestro y en verdad mi madre sufrió con los acontecimientos. Por tanto, en mi familia se hablaba de traidores, de conspiradores, disolutos, herejes, ladrones, depravados. Imagínese, María, habían pasado tan sólo 53 años y aún no sabíamos andar como país independiente. Y ahora mismo respondo: Patria, para nosotras, fue el territorio comprendido dentro de las paredes de nuestra casa de La Estrella, y seguíamos las leyes de mi marido, luego, las que yo intuía en mis oraciones.

MEBS
—“Anarquía”.
Misericordia
—Por lo visto continuará empuñando el arma. Anarquía fue la querida de muchos poblanos, eso sí, vestidita como una gran dama.

MEBS
—“Decencia”
Misericordia
—El platillo fuerte servido en toda mesa poblana, aunque a muchos no les apetecía, o les empachaba, o la guardaban en la alacena.

MEBS
—Doña Misericordia, noto un dejo de amargura; me atreveré a preguntarle: ¿conoció la felicidad?
El Hospicio (hoy Av. Palafox y Mendoza) después del Sitio de Puebla


Misericordia
—Y la pasión y el amor. Viviré gozosa una y otra vez en mi adorada Puebla y en los memorables tiempos de 1862. Privilegio de personaje.


MEBS
—“Rencores”.
Misericordia
—Ninguno, la locura es la lucidez del alma.

Los invito a leer “déjame acariciar tu rostro”. Debido a la enorme demanda, son pocos los ejemplares en la librería de la BUAP, los pueden adquirir ahí, o con la autora a través de este Blog de Letras de aguaviento. Será un ejemplar de colección.



(Las fotografías antiguas se encuentran en la red)




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